viernes, 13 de junio de 2014

No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas...

Había  una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y  bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El  pobre tenía un problema: no sabía quién era. Lo que  le faltaba era concentración, le decía el manzano:
- Si realmente lo intentas,  podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves que fácil es?- No lo  escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y ¿Ves que bellas son?Y el  árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como  los demás, se sentía cada vez más frustrado.Un día  llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves y, al ver la desesperación del árbol, exclamó:- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. ¡Yo te daré la solución!
“No  dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas…Sé tu mismo, conócete,  y para lograrlo, escucha tu voz interior.”
Y  dicho esto, el búho desapareció.
- ¿Mi  voz interior? ¿Ser yo mismo? ¿Conocerme? Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto, comprendió…
Y  cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz  interior diciéndole:
“Tú  jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera  porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y  majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje…
Tienes  una misión ¡Cúmplela!
Y el  árbol se sintió fuerte, seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para  lo cual estaba destinado.
Así,  pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Y sólo  entonces el jardín fue completamente feliz.

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