El liderazgo en cualquier ámbito de nuestra vida profesional o personal puede ejercerse de distintas maneras para poder inspirar a los demás a actuar a favor de los mejores intereses para ellos mismos y para el grupo.
El espectro de estilos de liderazgo empieza en el autocrático y termina en el democrático. Algunos estudios realizados demuestran que los dos estilos de liderazgo más efectivos y eficaces son –Empujar- y –Atraer- y están compuestos por una combinación de etapas o estilos.
En uno de los extremos de la escala nos encontramos el estilo de comunicación autócrata es decir: Quiero que hagan esto y quiero que lo hagan así. Es un estilo de comunicación imperativo que les indica a los demás qué tienen que hacer y todos los pasos que tienen que seguir para hacerlo. Si el estilo se mueve un poco hacia la democracia se convierte en –Vender-: -Quiero que hagan esto, pero les explicaré por qué- aunque continúa siendo imperativo, el líder comunica las razones por las que quiere que el grupo lo haga de esa manera.
Si pasamos a la otra cara de la moneda nos encontramos con la comunicación democrática, en este sentido llegamos al estilo de –Analizar-. Aquí pedimos la opinión de lo demás en cuestión. Sigue prevaleciendo la idea del líder pero se comunica diciendo; – Esto es lo que creo que debemos hacer y estos son los motivos pero quiero escuchar su opinión y sus propuestas- El líder está abierto a las ideas y modificaciones que sugiera el grupo haciéndolos sentir importantes y parte fundamental del grupo.
El siguiente estilo es –Consultar- y en esta ocasión el líder dice: De acuerdo, equipo, nos enfrentamos a un reto o a una oportunidad, ¿Tienen alguna sugerencia sobre cómo debemos hacerlo?. Si se dan cuenta, ésta es la primera ocasión en la que no prevalece el líder.
Es muy importante aclarar que no existe un estilo adecuado o equivocado. Cada uno es apropiado para diversas circunstancias. Si se desata un incendio no vamos a reunir a todo mundo para decidir qué es lo mejor que podemos hacer, en este caso lo adecuado es dirigir de inmediato para salvaguardar la seguridad de todos.
Por otro lado, si constantemente le dices a tu equipo de trabajo o a tus hijos qué es lo que tienen qué hacer, cómo deben comportarse o qué esperas de ellos sin respetar sus ideas y pensamientos, es poco probable que puedas conseguir resultados satisfactorios a largo plazo, seguramente abandonarán su puesto en el equipo o se convertirán en adolescentes rebeldes.
Desde pequeños se nos educó sobre la creencia de que le liderazgo consistía en destacar del resto y decirles a los demás qué tenían que hacer y que preguntar cuáles eran sus ideas se consideraba un signo de –debilidad-.
El estilo –Atraer- se considera el más eficaz aunque es el que más retos plantea ya que se muestra al principio un poco imperativo y hay que ganar la confianza e identificación y el estilo –Empujar- implica apreciar la contribución de los demás y reconocer sus logros. Si ayudas a que tu equipo o familia desarrolle su potencial, cuando tú no estés ellos serán capaces de pensar por sí mismos y de salir con éxito de la situación.
¿Cómo te comportas cuando estás con tu equipo de trabajo o con tu familia?, ¿Tiendes a decirles qué hacer y cómo hacerlo?, ¿Intentas persuadirles de que tu idea u opinión es la más acertada?, ¿Tus ideas siempre son las mejores?. La próxima vez que te encuentres en una situación que implique una toma de decisión pídeles que te compartan sus pensamientos e ideas, escúchales con atención y no olvides valorar y apoyar la información que te faciliten.